Siempre otra
No soy yo la que escribe
la que respira el óxido de estas letras antiguas
y se mueve en la esperanza de un encuentro incierto.
No soy yo la que suspira
en la memoria de un triste recuerdo
de ese adiós jamás pronunciado.
No soy yo sino otra
esa otra que me habita
que escudriña en mis adentros como quien explora
en un campo arqueológico hace tanto olvidado.
Tampoco soy yo la que anhela
quien muere de ansias ante el suceso imposible
el encuentro de dos cuerpos en perfecta armonía
en perfecta paz
en perfecto pecado.
Es ella, es siempre ella, la que me habita
La que conoce a la perfección cada rincón
de este cuerpo marcado por los años.
Soy yo,
somos
el reflejo en el espejo
la voz poética que en las noches alza su vuelo
para gritarme al oído las palabras
y recordarme
una vez más
mi verdadero espacio.
No soy yo
ni es ella
ni ninguna otra
ni hay acá un juego de otredad por descubrir
solo es una voz
siempre la misma
en busca de nuevas expresiones
para salvarnos.
Fachadas
En el silencio de las horas
en la humedad de esta tarde y sus recuerdos
me sumerjo en lo profundo de mis aflicciones
de esta verdad que me habita silenciosa.
Las fachadas francesas de los edificios
ocultan tras de sí
años de sufrimiento
de un maltrato constante en el interior de sus paredes
las mismas paredes que me cubren
como una ensoñación
como una metamorfosis kafkiana.
Soy como ese edificio de la esquina
hermoso
fuerte
apacible
fundado sobre cimientos hoy reconstruidos
soportando siempre altiva la fachada
el rostro
ante los vientos fuertes y las tormentas repentinas de esta ciudad.
Soy ese edificio,
cruzo la avenida por el rayado
como buena ciudadana
pero fijo la mirada en su arquitectura
el blanco marfil de sus paredes
el azul de sus tejados
sus balcones
semi abiertos a la tarde
esas ventanas misteriosas
que la poesía abre hacia mi alma.
Él lo sabe
él me mira desde la esquina
y reconoce en mí
la esperanza
la fortaleza
la tenacidad
y también allá en el fondo
el secreto profundo
la duda constante
y el antiguo temor siempre recurrente
en cada guerrero
en cada mujer
en cada mirada.
Camino por esta ciudad
y me pierdo
intentando encontrar en mis pensamientos
esas respuestas que mi alma
en un desesperado intento por alejarse
por cerrar ciclos
dejara abiertas en otras latitudes
grietas que la distancia no sabe sanar.
Regreso
vuelvo a mi
a reconstruir las heridas de este cuerpo
desgastado por el viaje
por las horas y el ritmo cada vez más diferentes.
Como ese edificio
llena voy de remiendos
de suturas y trabajos que intentan sostenerme
sin conocer que la humedad que me destruye
ya se encuentra hace mucho
en el fondo de mis entrañas.
Encuentro
Nos encontraremos de nuevo
ya no en la misma ciudad
ni en el mismo país
menos aún en la misma esperanza
nos encontraremos como quien va por la calle un día
y tropieza sin querer a un perfecto extraño
y voltearé a disculparme
como siempre hago
y allí estarán tus ojos
observándome
brillarán estoy segura
como brillan hasta morir las luciérnagas de mayo
y sonreirás levemente
seguro de no mostrar un ápice de ánimo.
Te saludaré
eso es seguro
con la buena educación que de pequeña me enseñaron
y el corazón despertará brioso
pretenderá decir los que por años he callado
me mirarás
te miraré
sonreiré levemente como quien saluda a un desconocido
y seguiré mi curso por éstas calles
colmadas de sonidos
de tránsitos y naufragios
nos veremos nuevamente como dos islas
que se atisban en la distancia y bailan
al ritmo de las olas perdidas y de los años.
Pasarán los días y pensarás en mí
como lo haces ahora en tu silencio absoluto
cada mañana y cada noche
cuando entonas tus plegarias por esta alma que hace tanto has enterrado
recordarás entonces aquellos encuentros
la terquedad de mis planteamientos
la altivez
con que cercenaste los segundos a mi lado
y querrás volver
eso es seguro
pero ni un número
ni un email
nada has conservado
te quedará sólo mi nombre y un lamento
profundo, eterno, sincero
ante lo que por mucho evitaste
y que ambos deseamos.
Lee también: Critica de cine: Roma de Alfonso Cuarón, Poesía: David Gonzalez , Poesía: Carlos Trujillo
María Luisa Angarita
(Venezuela, 1982)
,
María Luisa Angarita vive en Argentina. Es poeta y ensayista. Es Profesora de Literatura y Magister en Literatura Latinoamericana por la UPEL. Cuenta también con diplomados en Teología. Ha publicado los poemarios “Mundo Ambiguo”(2000) y “Ecos de la Ficción” (2011). En el año 1999 obtuvo el premio Sergio Medina de Poesía. Ha presentado sus textos en diferentes encuentros poéticos así como en el 7mo. Festival Internacional de Poesía sección Aragua (2010). Ha colaborado con la página literaria del diario El Periodiquito, así como otros medios impresos y electrónicos en Venezuela, España y Estados Unidos. Actualmente escribe para la página Eclesiástica de la Diócesis de Maracay.
👍me gusta
LikeLike